Domingo Mundial de la Misiones 2025 Carta al Pueblo
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo:
Que la gracia y la paz estén con ustedes.
Hoy celebramos el Domingo Mundial de las Misiones, un recordatorio poderoso de nuestra responsabilidad compartida de anunciar el Evangelio a todas las naciones. Es un día en el que los católicos de todo el mundo nos unimos en oración y solidaridad para apoyar la labor misionera de la Iglesia. El tema de este año, “Misioneros de la esperanza entre los pueblos”, es particularmente conmovedor porque, aunque fue elegido por el Papa Francisco, refleja tanto el corazón de nuestra fe como la visión de nuestro nuevo Santo Padre, el Papa León XIV.
El Papa León XIV, quien dedicó la mayor parte de su ministerio sacerdotal a la misión en las regiones remotas del Perú, nos recuerda que las Obras Misionales Pontificias son “el medio principal para despertar la responsabilidad misionera en todos los bautizados [y para] sostener a las comunidades eclesiales en lugares donde la Iglesia es joven”. Su testimonio personal da un sentido más profundo a esta celebración y nos invita a todos a renovar nuestro compromiso con la misión de la Iglesia en el mundo.
Es oportuno, al reflexionar sobre nuestro papel en el apoyo a las misiones, recordar que la Iglesia católica en los Estados Unidos fue también, en su momento, un territorio de misión. Hace poco más de un siglo, la fe aún estaba echando raíces en esta tierra, sostenida por la generosidad de católicos de Europa y de otras partes del mundo, quienes ofrecieron ayuda económica, enviaron sacerdotes y religiosos, y construyeron las parroquias y escuelas que forman la base de la Iglesia en nuestro país. Sin ese apoyo misionero, muchas de las diócesis que hoy conocemos habrían tenido aún más dificultades para crecer. En aquellos primeros años, los católicos estadounidenses se beneficiaron de la misma colecta que hoy se nos invita a apoyar, organizada por la Sociedad para la Propagación de la Fe, una de las cuatro Obras Misionales Pontificias.
Ahora nos corresponde a nosotros extender esa misma generosidad hacia los demás. Estamos llamados a apoyar a los misioneros, sacerdotes, religiosas y religiosos, y líderes laicos que sirven en los 1,124 territorios de misión donde la Iglesia es aún joven, vibrante y, con frecuencia, enfrenta pobreza o persecución. Estas regiones, que abarcan Asia, África, América Latina, Oceanía y el Medio Oriente, dependen de nuestras oraciones y apoyo económico para sostener y expandir sus esfuerzos por compartir a Cristo y su Palabra y obra salvadora.
La segunda colecta de hoy apoya el trabajo de las Obras Misionales Pontificias, el medio oficial del Papa para asistir a las comunidades católicas en las regiones más pobres y remotas del mundo. Nuestras contribuciones brindan recursos esenciales para la misión de la Iglesia: la formación de seminaristas y religiosas, asegurando que los futuros líderes estén preparados para servir; la capacitación de catequistas laicos, que llevan la fe a comunidades que quizás no cuenten con un sacerdote; la educación de niños en escuelas católicas, donde se les ofrece no solo conocimiento, sino también una base sólida de fe; la atención médica en hospitales y clínicas administrados por la Iglesia, que ofrecen sanación y esperanza donde los servicios de salud escasean; y la construcción y mantenimiento de iglesias y centros parroquiales, creando espacios sagrados donde los fieles pueden reunirse, orar y crecer en su relación con Jesús.
Sus oraciones y sacrificios de hoy aseguran que la luz de Cristo llegue hasta los confines de la tierra. La misión de la Iglesia no es solo responsabilidad de quienes sirven en tierras lejanas; por nuestro bautismo, pertenece a todos nosotros. Cada vez que apoyamos a las misiones, reafirmamos que somos una sola Iglesia, una sola familia en Cristo, unida en llevar esperanza y amor a todos los pueblos.
Los animo a responder con un corazón generoso, sabiendo que su apoyo marca una verdadera diferencia en la vida de quienes, de otro modo, quizás nunca escucharían el Evangelio.
Que esta Jornada Mundial de las Misiones profundice nuestro compromiso con la dimensión misionera de nuestra fe. Salgamos como Misioneros de la Esperanza, llevando el amor y la misericordia de Dios a todos los pueblos.
Sinceramente en Cristo,
Reverendísimo James V. Johnston, Jr.
Obispo de Kansas City-St. Joseph
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