El obispo Johnston insta a la compasión en medio de la incertidumbre

25 de enero de 2025

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Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

En estos tiempos de incertidumbre, me dirijo a ustedes con un corazón lleno de compasión y un firme compromiso con nuestra fe compartida. Las recientes órdenes ejecutivas han suscitado inquietudes en nuestra comunidad, en particular en relación con su impacto en nuestras familias inmigrantes, nuestras escuelas y nuestras parroquias. Como su pastor, deseo ofrecerles una guía basada en las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo y en los principios perdurables de la Iglesia Católica.

La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) ha enfatizado constantemente la dedicación inquebrantable de la Iglesia a la defensa de la dignidad de cada persona humana, independientemente de su estatus migratorio. El arzobispo Timothy P. Broglio, presidente de la USCCB, nos recuerda que nuestras acciones como nación deben “demostrar un genuino interés por nuestros hermanos y hermanas más vulnerables, incluidos los no nacidos, los pobres, los ancianos y los enfermos, los migrantes y los refugiados.”

Además, el obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, presidente del Comité de Migración de la USCCB, ha expresado su profunda preocupación por el hecho de que ciertas políticas puedan “exponer a familias y niños vulnerables a graves peligros”.

Las naciones y las comunidades tienen derecho a proteger el bien común, pero esto no debe violar los demás derechos morales ligados a la dignidad de la persona humana, ni la obligación moral de los cristianos de ayudar a los necesitados.

A la luz de estos acontecimientos, hago un llamado a todos los miembros de nuestra familia diocesana —feligreses, educadores, estudiantes y clérigos— para que encarnen los valores evangélicos del amor, la misericordia y la justicia. Hagamos lo siguiente:

  • Oración Ferviente: Busquemos la guía divina para los líderes de nuestra nación, para que puedan promulgar políticas que reflejen compasión y respeto por la dignidad humana.
  • Eduquémonos: Entendamos las enseñanzas de la Iglesia sobre la migración y los derechos de las personas, articuladas en el Catecismo de la Iglesia Católica #2241, y como se describe en la Oficina de Migración y Servicios para Refugiados de la USCCB.
  • Extendamos Una Mano de Bienvenida: Ofrezcamos apoyo y solidaridad a los migrantes y refugiados dentro de nuestras comunidades, reconociendo a Cristo en el extranjero entre nosotros.
  • Aboguemos por la Justicia: Participemos en un diálogo pacífico y constructivo, instando aquellos encargados de formular políticas a considerar las implicaciones morales de sus decisiones y trabajar por una reforma migratoria integral.

Además, quiero asegurarles que tratamos los nombres y las identidades de los estudiantes, las familias y los feligreses de nuestra escuela como información confidencial. No divulgaremos voluntariamente esta información a nadie, ni siquiera a las autoridades, a menos que exista una obligación de hacerlo por orden judicial o citación.

Mientras enfrentamos estos desafíos, recordemos las palabras de nuestro Señor: “[E]n cuanto lo hicieron a uno de estos hermanos Míos, aun a los más pequeños, a Mí lo hicieron” (Mateo 25:40). Juntos, anclados en la fe y unidos en el amor, podemos ser faros de esperanza e instrumentos de la paz de Dios.

Que la Sagrada Familia de Nazaret, que en su día fue refugiada, nos guíe y nos proteja a todos.

Sinceramente suyo en Cristo,

+Obispo James V. Johnston, Jr.

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